¡Hola a todxs de nuevo! Hoy os
traemos una reflexión individual sobre un artículo que ha llamado mucho nuestra
atención. Como ya mencionamos en nuestra bienvenida, intentamos estar muy
puestxs en los temas de igualdad, en especial, en temas de educación. En
consecuencia, consideramos necesario tratar el término de “inclusión” y cómo
hemos podido llegar hasta él. Así pues (y termino ya con la introducción)
haremos un resumen/reflexión/opinión sobre el artículo aquí citado: Arnaiz
Sánchez, P. (1996). Las escuelas son para todos. Siglo Cero, 27(2), 25-34.
Esperamos que os guste a todas y a todos y, sobre todo, ¡que os haga pensar!
¿Cómo ha ido
cambiando la idea de escuela integradora a escuela inclusiva? Ésta última es ya
un objetivo marcado incluso legislativamente pero que en la práctica tiene
bastantes carencias y aspectos a mejorar. La integración fue positiva y un
cambio drástico a lo establecido anteriormente pero con la aparición de la
inclusión se quiere eliminar el sentimiento de rechazo por ciertxs alumnxs, las
aulas estructuradas para satisfacer las necesidades de los llamados “normales”.
Para ello los equipos docentes tienen que encargarse de acomodar la escuela a
las necesidades de todxs y cada unx de sus alumnxs partiendo de la idea de
colegio como comunidad. Este es un aspecto importante y que garantiza el éxito
de la inclusión, la sensación de pertenencia de cada uno de los componentes en
esta comunidad, y para ello se deben crear amistades, compromisos y lazos entre
todos y todas sus componentes. Muy significante es también rechazar cualquier
idea de categorización de estudiantes. Ha ido surgiendo la idea de crear
escuelas más pequeñas, facilitando la interacción además de poder proporcionar
mayor apoyo social e instructivo desapareciendo en gran medida la consumición
de drogas, pertenencia a bandas e incluso suicidios.
Con todo lo
anterior podemos hacer la recapitulación de que incluir significa ser parte de
algo, formar parte del todo. Este significado evidencia de lo que trata la
educación inclusiva.
El artículo
contiene un estudio llevado acabo por Falvey y otros (1995) en el que trata el
tema del sentimiento de inclusión o exclusión en miles de niñxs a los que
pregunta cómo se sintieron cuando lo vivieron. Los resultados pusieron de
manifiesto que lxs niñxs no querían sentirse excluidxs, pues describía la
sensación con adjetivos como enfadado o diferente. Mientras que la inclusión
les hacía sentir especiales.
El artículo
recoge definiciones de escuela inclusiva de distintos autores como son
Pearpoint y Forest (1992), Stainback y Stainback (1992) y Sapon-Shevin (1994).
Todos ellos están de acuerdo en que sacar a lxs niñxs del aula ordinaria para
satisfacer sus necesidades especiales hace más difícil promover una educación
multicultural que dé respuestas positivas. La solución está en crear un lugar
al que todos y todas pertenecen, en el que todxs son aceptadxs y apoyadxs
desarrollando así un ambiente de diversidad positiva y de oportunidades.
El artículo
“Las escuelas son para todos” también establece las características de las
aulas inclusivas siguiendo a Stainback y Stainback (1992) de nuevo. En ellas
destacan la filosofía de pertenencia de todxs en el aula ordinaria, las reglas
del aula (los derechos de cada miembro son intencionalmente comunicados), la
instrucción acorde a las características del alumno o alumna. También se
recalca el apoyo dentro del aula ordinaria fomentando así una red de apoyo
natural y la acomodación de todos los estudiantes. Igual de vital es apoyarles
y ayudarles mediante el uso de autorizaciones, de la promoción de comprensión
de las diferencias individuales, actividades y proyectos que estimulen y sirvan
de apoyo para estos objetivos, la flexibilidad no como una falta de dirección
sino como una adaptación para cambiar cuando sea necesario.
En un cuarto
apartado se recogen los principios que dan entidad a la educación inclusiva. En
primer lugar las clases deben acoger la diversidad honrándola, tratando temas
como los prejuicios o estereotipos. En segundo lugar el currículum en estos
colegios es más amplio, es decir, puede ir modificándose debido a la
heterogeneidad. Después tenemos como principio la enseñanza y aprendizaje
interactivo, los alumnos y alumnas deben participar activamente en su
educación. En cuarto lugar se considera como imprescindible el apoyo para los
profesores además de romper las barreras del aislamiento profesional, todxs
ellxs deben cooperar para poder así crear un ambiente saludable. Por último
tendríamos la participación paterna y/o materna a la hora de planificar.
Para finalizar
el artículo se tratan las decisiones y estrategias para que las escuelas sean
para todxs. El primer punto a tratar sería nuestra mentalidad, asumir que la
diversidad nos enriquece y que todx niñx puede superar los riesgos de fracaso.
Algunas experiencias puestas en práctica indican que los profesores siguen los
principios inclusivos usando disposiciones heterogéneas, creando altas
expectativas, cooperando con toda la comunidad educativa de forma creativa y
creando lazos de amistad dentro de ésta. Para que esta escuela inclusiva pueda
darse, una estrategia fundamental será el currículum con las adaptaciones necesarias
correspondientes.
Biklen, 1993;
Stainback y Stainback, 1992; Villa et al. 1992 resumen las estrategias para una
educación inclusiva en: obtener el compromiso del profesor, los centros de
Educación Especial, seguir los principios de agrupamiento natural, establecer
una fuerza de trabajo en la educación especial y designar a una persona que
sirva para facilitar el apoyo.
En conclusión,
este artículo trata de poner de manifiesto los cambios que deberían darse en
las escuelas, para que cualquier niñx encuentre en ellas una respuesta
educativa acorde a sus necesidades, con independencia de su condición física,
personal o social.
Uno de los
motivos por los que elegí y sigo eligiendo mi formación con objetivo de en un
futuro ejercer como maestra es el poder contribuir a la interiorización de la
inclusión en mi aula, en el centro en el que esté y en último término a la
educación como tal.
Creo que los
profesionales tendríamos (ya me incluyo dentro del conjunto) que ser formados para
aceptar, propulsar y mantener las relaciones que se establecen entre los
diferentes niñxs con los que tratamos. A lo largo de nuestra carrera nos
encontraremos chicos y chicas diferentes, diversas culturas, dificultades de
aprendizaje, problemas de adaptación, etc. No por ello debemos relacionar estas
diferencias con algo negativo, al contrario, nuestra misión como profesores es
tomar conciencia de la diversidad, aceptarla como un aspecto extremadamente
enriquecedor, y crear una comunidad en la que todos los estudiantes tengan las
mismas oportunidades de éxito y diversos recursos adaptados a cada unx de ellxs
para alcanzarlo; una comunidad de la que nosotrxs también formemos parte. Es
algo obvio que para que nuestros alumnos y alumnas aprendan a aceptarse y a
aceptar nosotrxs tenemos la obligación de predicar con tal actitud. Tenemos que
ser conocedores de toda la “problemática” posible que puede padecer el
alumnado, y tenemos que ser capaces de saber emplear estrategias para
solucionarlo.
Bajo mi
opinión, el artículo “Las escuelas son para todos” refleja perfectamente los
principios que rigen de qué trata una escuela inclusiva, plasma el cómo todas y
todos podemos aprender de todos y todas, porque somos diferentes en mayor o
menor medida, y eso es maravilloso. Las diferencias a menudo están consideradas
socialmente como algo negativo, aunque legislativamente se recoja en cierta
medida la escuela como inclusiva en varios aspectos y sobre todo en la práctica
se intenta solventar la diversidad por medio de la “normalización”, es decir,
prefijar el concepto de “alumnx normal” e intentar que lxs “no normales” se
acerquen a los primeros o primeras, es en este punto donde se empieza a
categorizar a las personas. Esto último es lo que en términos finales consigue
la integración, en vez de la inclusión.
Tengo el
convencimiento de que no es posible seguir sosteniendo que los colegios no
están preparados para "ciertxs niñxs". Hoy en día todavía muchos
pensamientos se sitúan en que el incluirles pone en riesgo la excelencia
académica del centro educativo. Aún sigue siendo de cierta manera voluntaria la
decisión de los colegios de tener alumnxs con alguna diversidad funcional, es
el caso de la casi totalidad de centros privados y también de la gran mayoría
de centros concertados.
Me gustaría
destacar una de las frases del escrito, en la que dice que las escuelas
inclusivas enfatizan en el sentido de comunidad, para que todxs tengan
sensación de pertenencia, se sientan aceptados, apoyen y sean apoyados por sus
iguales al tiempo que se satisfacen sus necesidades educativas. Me conmueve
internamente el pensar que en un futuro esto se pueda dar en todas las aulas,
que llegue un momento en el que la categorización desaparezca de nuestro
vocabulario relacionado con educación y que todo el sistema educativo acomode
todas y cada una de las necesidades de todos los alumnos y alumnas.
Siguiendo este camino podremos llegar a conseguir un fin
común sin quebrantar nuestros principios y promoviendo estos valores a
siguientes generaciones, en las que auguro con deseo que gocen de esta
inclusión en sus escuelas.
Interesante reflexión.
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