“Escuelas Nuevas: Renovación pedagógica”
Las Escuelas Nuevas fue un movimiento surgido a partir del siglo XIX y desarrollado en el siglo siguiente, creado a partir de observar el desarrollo infantil del niño, ver en él y descubrir como se comporta, como aprende y que evolución tiene a lo largo de su primera etapa de vida.
Se descubrió que un niño de 1º de Primaria, hay que estimularlo de acuerdo a su desarrollo; con 6 años, el niño pregunta, tiene interés por lo que le rodea y quiere aprender en todo momento. Un niño de 8 u 9 años, esta en su momento de pre-adolescencia, comenzará a desarrollarse, a cuestionarse preguntas sobre sexualidad, gastarán bromas y comenzará la etapa de reunirse con amigos de su mismo sexo, de crear grupos y de comenzar, de cierta manera, a darse cuenta del mundo que le rodea. Todo ello lo sabemos gracias a autores como Piaget y Rousseau, entre otros.
Esto dio lugar a creer que en educación debemos adaptarnos a esos cambios y ese desarrollo del niño, de manera que se decidió buscar nuevas prácticas e ideas pedagógicas. Esto dio lugar a las escuelas nuevas.
La población comenzó a darse cuenta de que quizás, la educación fuera el método del cambio. De que si formamos a personas educadas y con unos conocimientos básicos, la sociedad podría mejorar y cambiar.
La escuela nueva, por todo esto, podríamos definirla como un movimiento innovador basado en un cambio de mentalidad además de un cambio en la metodología por la cual el niño aprende de una manera diferente a la establecida hasta ese entonces. Y, aunque desapareció tras la llegada de las guerras, sigue teniendo auge hoy en día, siendo de ayuda para ver la educación desde otra perspectiva.
El rápido crecimiento de “la escuela nueva” dio lugar a su divulgación por el resto del mundo, incluido Estados Unidos. El fin era desarrollar todas las cualidades del hombre, mediante una forma innovadora a través de prácticas y del entorno natural, además de otra forma de ver el curriculum, de dar las clases, de pensar y de ver como el niño aprende mejor de una manera diferente a la escuela tradicional.
Al igual que todo movimiento, este nuevo método no se podría definir como perfecto, ni mucho menos. También tiene características negativas que tendríamos que nombrar.
En primer lugar, todos estos autores, como Montessori, desarrollaban este método innovador, solamente en escuelas privadas y para la clase alta o la burguesía. Y entonces ¿Qué pasaba con los campesinos o los niños que trabajaban en las fábricas? Pues obviamente, nunca descubrirían este método, ni tendrían ese interés por aprender como lo hubieran hecho niños de clases más pudiente. ¿El por qué? Porque estos autores desarrollan estos métodos en las escuelas privadas, como ocurría con la ILE, en España. Utilizando a su vez recursos que no estaban al alcance de todos.
Pero no todas las escuelas nuevas fueron creadas para la clase privilegiada, autores como Tolstoi o las hermanas Agassi, si que trabajan con todo tipo de clases sociales.
Tolstoi, en su caso, creó la conocida Escuela Yásnaia Poliana, para los hijos de los campesinos que vivían en los alrededores de Yasnaia, pueblo donde vivía.
Las hermanas Agassi, por su parte, intentaban que todo niño pudiera formar parte de esta educación, por lo que deberíamos destacar de estas mujeres los materiales reciclados o de desecho que utilizaban, para que todos sus alumnos pudieran trabajar de la misma manera a partir de objetos reciclados. ¿No es el trabajo de estas hermanas algo que solemos ver cada vez más cotidiano en las aulas? ¿Crear o realizar trabajos u proyectos con materiales reciclados?
Hoy en día, vemos como seguimos trabajando con ellos, como muchas veces pedimos a los alumnos el cartón del papel higiénico, tapones de botellas, e incluso cualquier material desechable, para reutilizarlo en clase sin que suponga ningún tipo de gasto económico a las familias, además de trata aspectos como son los temas transversales, más concretamente en este caso, el medio ambiente y el cuidado de este.
Además de hablar de las Escuelas Nuevas, de su metodología y su forma de ver la educación como un sistema que debe estar centrado en el niño, vemos como muchos autores derivaron el término y llegaron incluso a clasificar en grupos a los alumnos.
Es el caso por ejemplo de “El test Terman”. Este habla de dividir a los alumnos según el nivel mental de cada uno, separándolos en clases “normales” ” especiales” además de “clase de “débiles”y clases “atípicas”.
¿Que pensaría la madre que deja a su alumno en una clase “atípica”? ¿Cómo decirle a esta que su hijo no llega al nivel de inteligencia “normal”? Y la pregunta, ¿Qué es “normal”? ¿Quién puede decir de un alumno que sus conocimientos y sus habilidades no llegan a lo que consideramos “normal”? ¿Qué abarca la normalidad?
¿Debe existir esa homogeneidad en los grupos de alumnos? ¿Seguimos creyendo que todos los alumnos aprenden de la misma manera y de la misma forma?
Desde mi punto de vista, no hay nada más enriquecedor que la heterogeneidad entre todos y cada uno de nuestros alumnos, que se ayuden y que aprendan los unos de los otros, porque nadie aprende ni al mismo nivel, ni de la misma forma. Mucho menos pensar que porque existan diferentes tipos de alumnos, tenemos la libertad de diversificarlos por aulas, creando esa “homogeneidad” que algunos autores intentan o intentaban imponer y que por suerte cada vez es menos visible.
A día de hoy, el trabajo por proyectos comienza también a verse en las aulas (práctica muy común en las escuelas nuevas). No es fácil hacer y crear en tu aula “proyectos” ante la diversidad de alumnos. Pero es ahí cuando tenemos que tomar las medidas necesarias para que todas nuestras ideas sigan hacia adelante. Se trabajaba en el aula a partir de trabajos cooperativos, en los que reflejaban en el aula la vida real a través de trabajos creados por los mismos profesores o los mismos alumnos.
Lo realmente difícil de esto es ponerlo en práctica, y hacer posible que profesores trabajen en común en este tipo de actividades, que pongan el entusiasmo y las ganas necesarias para que todo fluya.
Por ello, las escuelas nuevas englobó una serie de mejoras en educación que garantizaron la permanencia de estas hasta nuestros días (de manera indirecta), porque perdura su esencia, y gracias a ello hemos podido evolucionar en educación y dar un paso gigante no solo en saber como piensa un niño, en la metolodogía, sino en saber ver que los niños aprenden continuamente, de diversas formas y diversas maneras. Que la heterogeneidad en las aulas enriquece, mucho más de lo que creemos.
Lo que hoy en día sabemos, y no cabe duda, es que el movimiento de escuela nueva dio la vuelta al mundo, miles de profesores y pedagogos de vocación vieron como este método además de ser innovador, daba resultados en las aulas.
Hubieron problemas; la época, la mentalidad, las clases pudientes…, entre otras muchas cosas que hicieron difícil el acceso a este tipo de enseñanza, donde miles de autores lucharon por esta reforma y esta forma de ver la educación.
Lo importante de todo esto es darnos cuenta de como las escuelas nuevas han sido las precursoras de la educación que tenemos ahora, que no es perfecta, y mucho menos igual al pensamiento de estas. Pero estoy segura que Dewey, Tolstoi, Montessori, las hermanas Agassi, entre otros muchos pedagogos, autores y maestros, seguirían luchando por dejar atrás los libros, la memorización, y confiar un poco más en el trabajo cooperativo, la cooperación entre profesores y entre el mismo centro educativo, para crear unas escuelas en los que los niños quieran entrar a clase y aprender, y sobretodo, que nunca pierdan esa motivación y esas ganas por conocer y descubrir, indagar y querer saber.
“Desarrolla una pasión por aprender. Si lo haces, nunca dejarás de crecer “ Anthony J. D’Angelo.
María Sarabia Sánchez
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